El color con el que decidamos pintar las paredes de la habitación de nuestro/s hijo/s es mucho más importantes de lo que podríamos pensar. El color de las paredes puede afectar al estado de ánimo de los niños mucho más de lo que pensamos, sobre todo en las edades más tempranas. Por este motivo, la decoración de las habitaciones infantiles no debe dejarse nunca al azar.

El color con el que decidamos pintar las paredes de la habitación de nuestro/s hijo/s es mucho más importantes de lo que podríamos pensar en un principio. Los expertos en psicología y educación infantil coinciden en la gran influencia que pueden llegar a tener las tonalidades cromáticas de la habitación en el estado de ánimo del niño.

Los colores son un estímulo visual más que genera todo tipo de reacciones en las personas, y los más pequeños de la casa no son una excepción. Durante la etapa comprendida entre los 0 y los 2 años, es preferible optar por tonos suaves que inviten a la tranquilidad del bebé, mientras a partir de esa edad los niños agradecerán colores más atractivos que les ayuden a estimular y desarrollar su imaginación.

Así por ejemplo, un amarillo demasiado intenso podría tener efectos contraproducentes en un bebé, generándole cierto nerviosismo que probablemente le haga llorar más. Sin embargo, sí se recomienda un amarillo más suave en edades más avanzadas para estimular la actividad mental, ya que fomenta la energía y el optimismo.

El rojo también puede alterar más de lo deseado el estado de ánimo del bebé, pero a cambio es un excelente antidepresivo capaz de transmitir vitalidad a niños algo más mayores. Eso sí, no se recomienda para habitaciones de niños hiperactivos o con tendencia a la agresividad. Del mismo modo, el rosa, color tradicionalmente escogido para el dormitorio de las niñas, refleja serenidad en sus tonos más suaves, pero puede inquietar más de lo deseado a los bebés si presenta un acabado brillante.

El color chocolate se ha popularizado en los últimos años en la decoración de cuartos para bebés, pero lo ideal es usarlo en detalles como la cuna, el sillón de lactancia o algún mueble aislado, ya que en grandes superficies puede resultar un poco depresivo.

El azul es todo un clásico en la decoración de habitaciones infantiles, y no precisamente por casualidad. Además de imprimir energía positiva a los más niños, es un color tranquilizante, sobre todo en sus tonos más suaves, que incitan a la calma y al sueño de los bebés. Los colores lilas (en su versión más suave) poseen el mismo efecto calmante.

El verde claro transmite armonía y, al igual que el azul y el violeta, es un color altamente relajante que ayudará a dormir a los bebés y tranquilizará a los niños más nerviosos.

Elegir un color no es una decisión que se pueda tomar a la ligera, como hemos visto el color de las paredes influye en el estado de ánimo del bebé y tiene implicaciones sobre el resto de la decoración de la habitación. Una costumbre bastante habitual y extendida es pintar el techo siempre de blanco, prueba con un tono crema, verás que chulo luce dando además una sensación de mayor profundidad. Ten en cuenta emplear colores neutros para equilibrar en algunos elementos, sobre todo si te decides por colores un poco más "vivos".

Por último, tanto el blanco puro como las distintas variedades de blanco roto inspiran paz y tranquilidad, lo que lo convierten en una opción muy aconsejable para decorar la habitación del bebé, tanto como color de fondo como para vestir pequeños detalles y accesorios.

Mollie Pettersson
Mollie Pettersson

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